Cerrar los ojos, respirar hondo, notar como la sangre recorre tu cuerpo, como poco a poco estás más tranquilo y puede que sin darte cuenta, subirte a un barco imaginario y empezar a navegar sin rumbo por el mar de los sueños, un mar que nunca ha entendido de colores, formas o medidas. Un mar que puede estar hecho únicamente como a ti te gusta. Ahora que nada ni nadie te atormenta es el momento de llegar a un puerto, un puerto precioso, lleno de luz y color. Allí todo lo que quieres te espera, y es que en este lugar no hay lugar para la cosas malas. Soñar, sin duda es una de las cosas más bonitas que tenemos y una de las pocas que no nos pueden quitar, regalate un tiempo, reserva un pequeño espacio al día y haz un pequeño viaje en barco. Puede que incluso tú mismo te sorprendas.